Que Nadie Mire Hacia Otro Lado
- Sasha Alberto Klainer Berkowitz
- 4 ago
- 2 Min. de lectura
Por Sasha Klainer
La consciencia no se delega,
la verdad no se impone,
no se diseña,
no se dispone...
no se convence,
no se dobla,
no se acomoda, no se amolda...
ni se disfraza, ni se viste de etiqueta.
Con sus patas largas alcanza a la mentira de patas cortas...
Que nadie mire hacia otro lado.
Que nadie diga: “no es mi asunto”.
Que el pan mal habido y el abuso
nos duelan como dardos de fuego helado
en el centro del disgusto.
No hay paz si el prójimo está vacío y roto,
ni luz si el lodo es nuestra alfombra
Aunque sea esa misma la plataforma que nos encumbra.
Callar es darle voz a la sombra,
ceder la yugular y el alma gota a gota.
Alquilando el futuro por el gusto efímero,
o distraídos en la vorágine de un momento
o la promesa de un futuro privado.
La historia no la escriben solos
ni dioses mudos ni elegidos;
la escriben pueblos decididos
que hacen del luto nocturno nuevos soles.
Que edifican en la alborada
nuevas noches y mejores mañanas...
que se levantan repetidamente del suelo
con bríos y miras puras hacia el cielo.
No basta hablar de lo correcto,
hay que pararse fuerte frente al viento,
nadar estoico contracorriente,
luchar contra el consentimiento
que absuelve al necio y su defecto.
La indiferencia es el veneno
que engorda al déspota y al fraude.
El miedo es cárcel que nos salde
con barro el rostro y con desdén lo bueno.
Pájaros con alas adornadas de pantano prístino
(tras la bajeza de su disfraz de pureza),
ocultando fango bajo un plumaje brillante...
gallos con flecos y prestigio intacto,
que con cuentos han dormido a sus pueblos,
los infantes que descansan al cobijo del sueño plácido
yacen en sus cunas de discurso fácil y redundante.
Informarse es primer abrigo,
pensar —la brújula encendida—,
cuestionar es honra debida,
y actuar… es ser el mejor héroe o al menos fiel testigo.
No somos hojas arrastradas,
ni bestias mudas, ni vasallos.
El mundo exige que seamos tallos
que sostienen primaveras soñadas.
Que arda en la entraña la injusticia,
que queme la mentira dicha,
y que nunca más... ocurra la tragedia:
cuando el alma no se nos desquicia
mientras alguien vende y remata su conciencia.
No basta orar por lo que falta,
ni esperar que otros lo remedien.
La dignidad no tiene edecanes:
se siembra con el gesto y la congruencia.
Si hoy te cansas, que sea luchando.
Si callas, que sea para pensar.
Si paras, para retomar más firme andar...
Si apuestas, que sea por la educación...
Y si hablas, que sea por sembrar
un porvenir que valga respirarlo.
La verdad no se nombra,
no se delega,
no se despide,
no se expide,
no se dispone,
no se impone,
no se negocia,
no se conviene,
no se diseña...
El futuro de nuestra historia no se empeña,
los ideales no toman vacaciones,
los artistas lo gritan en sus canciones,
con el corazón abierto.
Los pueblos lo escriben en sus decisiones,
lo sustentan en sus diarias acciones,
como carta al tiempo.
Y los poetas lo firman con su letra eterna,
lo dejan grabado en fuego
sobre la piedra del viento.

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