Bitácora desde lo cotidiano. Hoy, desde el supermercado
- Sasha Alberto Klainer Berkowitz
- 30 may
- 2 Min. de lectura
Hoy no escribo desde el tráfico.
Escribo desde una fila larga, lenta, con carritos llenos y miradas vacías.
Solo dos, de más de 20 cajas, abiertas y un módulo de autoservicio vacío que nadie utiliza, prefiriendo la cola, con tal de interactuar con un ser humano y tener la atención de los cerillos a quien una moneda les cambia el día.
Algunos llevan prisa. Otros aprovechan para anclar sus ojos en su celular. Una señora regaña a su niño que pregunta por qué un yogur cuesta más que los dulces que quisiera que le compren.
El cajero repite frases mecánicas como quien apenas sostiene la voz, menos la mirada.
Y yo pienso: qué raro este lugar donde convergemos todos —parsimoniosos y apresurados, endeudados y acaudalados, distraídos y quien opera con estrategia y precisión—a validar con tarjeta o efectivo lo que creemos que necesitamos en una sociedad que promueve el consumismo, el crédito, el tener, el estatus....
Las filas apenas se mueven. Y entonces veo:
Un adulto mayor contando monedas como esperanzas de hallar oro en una mina.
Una joven leyendo los ingredientes de un cereal, sus sellos, probablemente pensando en su figura.
Un señor que dejó una leche porque no le alcanza para llevar todo lo que quisiera.
Y en ese momento recuerdo que educar también es eso:
detenerse, observar, entender el sistema que habitamos y las pequeñas decisiones que lo perpetúan o lo desafían.
Cuestionar los incentivos alineados, los valores promovidos, las ideas que circulan y las soluciones que construimos día a día.
Porque no todo se aprende en el aula. No preparamos a los alumnos para algo, hay que prepararlos para lo que venga. El mundo que tendrán mañana es tan dis tinto al que nosotros tuvimos ayer.
A veces, la verdadera pedagogía está en mirar sin juicio y preguntar sin ruido, tejer puentes e identificar coincidencias para hacer fuerza en buscar mejores resultados.
Hoy no hubo claxon ni embotellamiento. Las lecciones y las metáforas de hoy vienen de otra dimensión de cotidianeidad donde la humanidad se asoma. Y creo que el tener no lo es todo, podemos edificar el ser y pretender ser mejores.
Así, en todas las filas de nuestras vidas, tanto en una —como la otra— en su reflejo hace espejo de quienes somos y también refleja el país que formamos. Y el tipo de humanidad que todavía podríamos elegir ser.
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—Sasha Klainer

















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